sábado, septiembre 30, 2006

GLENN GOULD


Está sentado al piano en una silla muy baja, lo que le hace encorvar la espalda, con el rostro casi pegado a las teclas. El gesto muy serio. Comienza a tocar el Contrapunto nº1 de El arte de la fuga, de Bach. Como el principio es a una mano, él, insólitamente, comienza a dirigirse con la mano libre, en un intento de darle una mayor expresividad a la música que brota del piano. Comienza la otra voz, así que ya está utilizando las dos manos. Pero, de repente, empieza a canturrear las voces con sus finos labios. A veces la de la mano derecha, a veces de la izquierda. Está inspirado y sonríe.

Dicen que vivió como un ermitaño. Que siempre llevaba ropa de abrigo y bufandas, incluso en verano. Que estaba loco. Que los productores de sus discos le obligaban a ponerse una máscara de gas para que sus tarareos no se registraran en la grabación. Fue uno de los pianistas más controvertidos del siglo XX. A muchos músicos no les gustaba su modo de tocar. Allá ellos, imbéciles academicistas sin alma. Porque me entran ganas de llorar cuando veo a este viejo que sufre y disfruta y comprende como nadie a Bach, que le tiemblan las manos cuando toca no porque esté nervioso, sino porque nos lo da todo en cada interpretación. Para él, la musica debe celebrarse con una especie de alegría en las entrañas, precisamente porque es lo más serio del mundo. Y cuando uno le escucha sólo puede suspirar profundamente y elevarse a tres metros sobre el suelo.

Locos como él son los que salvan a la humanidad.


Contrapunto nº1 de El arte de la fuga
Variaciones Goldberg (1 -7)

1 Comments:

Blogger Insanity dijo...

Entiendo porqué también escribiste este post a tres metros del suelo.
Un gusto llegar hasta aquí.
Mis saludos.

5:00 a. m.  

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